
El Karate-Do o camino de la mano vacía se caracteriza por el empleo del propio cuerpo como única arma para la defensa y el ataque. Así era en la antigua Okinawa, cuando las prohibiciones de portar armas obligaban a los locales a defenderse de los abusos del gobierno, y así debería ser hoy día entre los practicantes de este arte marcial. Cada parte del cuerpo es, en Karate, susceptible de convertirse en un arma efectiva, y por ello es necesario conocer dichas “armas naturales” para entrenarlas convenientemente y endurecerlas.
Este deporte esta considerado un arte marcial, sus seguidores se hacen llamar karatekas, y para elos el karate es un forma de vida. El karate se basa en: kime, kata,agilidad, fuerza,potencia, posiciones, actitud ante el enemigo y forma de ser.
Kime
El término Kime alude al aprovechamiento y la concentración de la energía física y mental en el momento en que el karateka que golpea o defiende impacta contra su oponente. Literlamente, su significado es el de “decidir”, y hace referencia a la capacidad para atacar o defenderse sin titubeos y, lo que es más importante, terminar el ataque o la defensa con rapidez de decisión y convicción. Cuando se lanza un golpe, por ejemplo un tsuki -golpe directo con el puño- son varias las fases de relajación/tensión máxima por las que atraviesa nuestro sistema locomotor, responsable del movimiento. Veámoslas y entenderemos algo mejor cómo se puede conseguir y en qué consiste el Kime:
En un primer momento, previo al lanzamiento de la técnica -sea ésta de ataque o defensa- hay una relajación de la musculatura implicada en la ejecución. Esto es fundamental para asegurar la explosividad de los movimientos y evitar la fatiga previa que impediría una ejecución correcta.
El cerebro manda la orden de ataque, con lo que el movimiento se desencadena a partir de una contracción muscular máxima de los músculos implicados en el movimiento. Esta contracción ha de ser explosiva, o sea, ha de producirse en un intervalo de tiempo mínimo -unas décimas de segundo-. En este punto hay que tener en cuenta cuál es la musculatura directamente implicada en la técnica a realizar e identificar los músculos agonistas -los que hacen posible el movimiento; en el caso de un tsuki o golpe directo, el tríceps-, los antagonistas -los que se oponen al movimiento; en el caso del lanzamiento de un puño, el antagonista es el bíceps, que ha de estar relajado para no restar velocidad y efectividad a la técnica- y los sinergistas, que colaboran con los agonistas en la realización del movimiento -en el ejemplo que nos ocupa, los sinergistas son los músculos del pecho y el dorsal que ayudan al movimiento de lanzar el puño-.
Una vez el puño se ha lanzado, la musculatura del brazo se relaja. Esto hace posible una velocidad máxima para el brazo, que redunda en un aprovechamiento más efectivo de la técnica.
Una vez alcance su destino, la máxima extensión del brazo coincide con una contracción máxima de la musculatura implicada. Ésta ha de durar el tiempo suficiente como para permitir que la energía del golpe se transmita a nuestro oponente, ya que no olvidemos que al golpear contra algo con una fuerza determinada ese algo nos devuelve una fuerza igual pero de sentido inverso a la que hemos aplicado. Por consiguiente, si una vez aplicada la técnica la tensión cesa en ese mismo momento, parte de la energía del golpe se perderá, mientras que si se mantiene la contracción máxima durante unos instantes se logra un doble efecto de la técnica y la transmisión completa del Kime.
No hay que olvidar que, para un perfecto aprovechamiento del Kime, es necesario llevar el brazo contrario al hikite, de modo que coincide el momento de aplicación del Kime con la llegada del puño contrario al hikite. Analicemos ahora un par de términos relacionados con el de Kime: ki y Kiai.
Ki
Bien podríamos haber empezado este apartado explicando el concepto de Ki, íntimamente relacionado con el de Kime y de no menos importancia. El Ki o energía interna es algo que todos poseemos y que nos hace estar vivos. En el mundo oriental, se entiende como la energía que mueve todas las cosas y puede ser dirigido hacia el exterior en las artes marciales para mejorar el ataque o la defensa, o hacia el interior para mejorar la salud, los procesos de recuperación, o disminuir el estrés. Un entrenamiento duro y adecuado elevará el Ki o energía interna. El verdadero poder del budoka, sea cual sea el arte marcial practicado, surge de la conjunción entre mente, cuerpo y Ki. Llegar a controlarlo puede llevar toda la vida, y eso aun cuando no es científicamente demostrable a día de hoy que exista. ¿Qué factores pueden hacer disminuir el Ki? La mala alimentación, la contaminación ambiental, el uso de drogas -de cualquier tipo-… No debemos dejar de lado la opinión de aquéllos que piensan que el Ki no existe, y que todo lo que se atribuye a este concepto abstracto podría ser explicado mediante leyes biofísicas, psicológicas y de biomecánica. Estas posturas empiristas me parecen totalmente respetables, máxime cuando el concepto de Ki, en nuestra sociedad occidental actual, puede ser percibido como algo anacrónico. En cualquier caso, ¿por qué despojar a las artes marciales, siempre teñidas de un innegable halo de espiritualidad, de tan atractivo elemento?
Kiai
Otro concepto íntimamente ligado al de Kime es el de Kiai. Éste consiste en la exteriorización del Ki mediante un grito -no gutural, sino que procede del interior-. ¿Quién no ha contemplado alguna vez a algún budoka esgrimir un grito potente y seco en la aplicación de una técnica?. Efectivamente, el Kiai es una exhalación de aire en el momento de la acción que aumenta el Kime, a la vez que genera un efecto intimidatorio en el oponente.